jueves, 27 de noviembre de 2008

Hull no es tan dull - 1x02

Nueva entrega. Ahora por partes.

Parte 1


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Parte 2


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jueves, 20 de noviembre de 2008

Hull no es tan dull - 1x01 El viaje de ida

Bueno, por fin hemos terminado el primer capitulo. No se si se vera bien, porque en el ordenador en el que lo estoy subiendo no se pueden ver videos de flash asi que... Si hay algun fallo, por favor, decidmelo y lo subire a otro sitio.


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Pronto lo subire a megaupload para aquel que se lo quiera bajar con mejor definicion.

Espero que os guste. Un saludo.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Que si, que no, que caiga un chaparrón. Me cago en la indecisión.

Tengo la mano derecha fría, y la izquierda caliente. Y no se debe a ninguna postura sexual, no seais mal pensados.
Lo cierto es que no se cual es la causa, y lo que me resulta más curioso, es que la mano que está más fría, es también la más cercana al calor de la bombilla. Si estuviera en el lado inverso tal vez la mano caliente comenzaría a hervir. Al juntar las palmas, consigo una sensación bastante notable de bienestar... tal vez de ahi venga la paz que les produce a algunos rezar. Quizá solo sea un reparto equitativo del calor en el cuerpo.

Quiero irme a Inglaterra pero no quiero. No creais, me comen las ganas, y estoy deseando llegar allí y ver lo que se cuece. Pero por otro lado el miedo a lo desconocido se deja notar. Siempre he sido un tipo bastante tímido para todo lo que no sea hacer el imbecil. Puede que no me importe hacer un calvo en mitad de la calle al primero que pase (siempre y cuando no peligre mi vida), pero las cosas serias me ponen de los nervios.
Como esta mañana que he tenido que comprar patatas. No se cuantas vueltas he dado a la tienda pensando "Si cojo de las de la caja, las meto en una bolsa y se las llevo al tendero... ¿será asi? A ver si voy a estar haciendo una estupidez".
No podía evitar ver en mi cabeza a un corro de marujas a mi alrededor, apuntandome con sus dedos regordetes y gritando a coro "Asi no se hace tonto, asi no se compran patatas. Hasta mi Antonio lo haría mejor".

Vale, tal vez estoy exagerando un pelín. Pero no demasiado. Cuando llegue allí tendré que buscar un piso, un trabajo, cambiar de movil, de banco, no sabre ni que hacer si me pongo enfermo y tendré que comprar decenas de sacos de patatas. Y para colmo en un idioma que no es el mio.

(Mi idioma aun no está muy extendido, pero hacedme caso, es el futuro)

La mayoría de vosotros me diríais, o me habreis dicho:
Anda, yo en tu lugar estaría flipando, joe y tu sin ganas.

Pues muy bien yo os respondo:
Hace un par de semanas, yo era vosotros. Yo pensaba lo mismo que vosotros. Ahora las cosas han cambiado. De repente, adoro el Arroyo. Cosa rara porque ultimamente lo aborrecía.
De repente pienso que allí no haré amigos. Que allí no encontraré piso. Que allí hará frio. Que Hull is Dull. De repente aquello se convierte en un sin fin de contras. Y mi ciudad en una extensa lista de Pros.
El día 10 de Noviembre, el tiempo se parará para mí en este lugar, y cuando vuelva seré un hombre estancado en el pasado, mientras los demás habrán avanzado con los hechos (incluso mi familia se habrá mudado de casa, y habrá abandonado ésta, en la que llevo 18 de mis 21 años de vida).
Cuando mi madre habla de su querida Venezuela, siempre parece que aquello sigue tan vivo como cuando la dejó. Incluso puedo imaginar a sus amigas patinando por las empinadas calles del Llanito, al tímido tan tímido, a los chavales de las mangas largas, el country club, la señora Tina...
En mi cabeza todo eso sucede ahora, y en la suya tambíen. Lo cierto es que todo ha cambiado, y mucho. Ya se encargó de explicarselo su antigua amiga venezolana en su visita a España. Pero a ella no le importa. Ella sigue viviendo en la Venezuela de sus 16 años.
No se cuanto voy a durar en Inglaterra. Tal vez todo esto sea una estupidez, me arruine a los 2 días y tenga que volver con el rabo entre las piernas (donde ha estado siempre). Y también puede que no, que todo vaya muy bien y que por una u otra razón mi estancia se alarge uno, dos, o más años. A decir verdad, ninguna de las dos ideas me hace feliz.

Por otra parte... este mochuelo va a abandonar su olivo durante una temporada, para migrar a tierras nuevas, más ricas y ante todo... diferentes. Simplemente saber que voy a vivir una experiencia nueva, dificil y en la que voy a medir mis capacidades con regla de hierro me hace sentir orgulloso. Y esa es una de las sensaciones más cercanas a la felicidad.
Mi vida aqui ultimamente está siendo bastante triste, he de admitirlo. No triste en plan peli de llorar. Si no que no va a ningun sitio. He de admitir también, que llevo más de 4 meses sin hacer nada. Y la inactividad conlleva inactividad como la violencia conlleva violencia. Doy gracias a la genética por hacer que mi padre haya sido siempre un canijo, porque de no ser por ello probablemente ahora no podría usar sillas con reposabrazos.

Hoy he ido a dar una vuelta con un colega, por la playa, y he aprovechado para pasear por la arena de Benalmádena por ultima vez en bastante tiempo. Me he despedido de la costa y he tenido una larga charla con él. Mi amigo me ha hecho entender que 1 año, no es nada, y que el tiempo pasa volando. Eso me ha tranquilizado un poco.

Lo que para vosotros habrá sido un tocho infumable compuesto por mis pajas mentales y frases sentimentaloides al más puro estilo de un libro de aficionado cargado de tópicos. Para mi ha supuesto el reparto equitativo de calor que necesitaba mi mente (Y además al escribir se me ha calentado la mano derecha). He juntado las palmas de mis pensamientos dispares y he conseguido una especie de paz interior, similar a la que consigue aquel que reza. Maldita sea, tal vez debería volverme creyente... las oraciones son mucho más cortas.

Mañana trataré de dormirme con un simple "Jesusisto de mi vida"

sábado, 1 de noviembre de 2008

Un domingo cualquiera

La tarde era gris, casi negra. Recuerdo que llovía.
Un momento, otra vez esa estúpida manía de intentar dar emovtividad hablando en pasado. No lo recuerdo, lo sé. Está lloviendo en este momento. La tarde es gris, casi negra. Dentro de pocos días eso no me importará, lo se. Pero aun queda sabor a verano entre mis muelas. El cambio horario me ha pillado por sorpresa. Desperté de la siesta, y ya era de noche. Y aqui está esa terrible sensación de haber desperdiciado el día. Pero, ¿por qué? sigue siendo la misma hora, aunque no haya luz. Lo se, pero la sensación está ahi. En momentos como este recuerdo cuando mi padre (que en paz descanse) me contaba como a su tío, aun después de amputado, seguía picandole la punta del pie, y me deja ver que las sensaciones no son exactamente ventanas a la realidad.

Las gotas de lluvia taladran literalmente el techo de uralita del comedor. Ese magnifico techo de uralita que convierte mi comedor en un invernadero en verano y en un frigorífico en invierno. Frente a mi, un reloj parece esperar algo. Su péndulo se balancea de un lado a otro como la pierna de un muchacho que espera a su chica en la primera cita. Derecha, izquierda, y vuelta a empezar. No veo nada, me niego a dar la razón a la naturaleza y encender las luces tan pronto. Las 6 de la... ¿noche? Es curioso, de joven solía utilizar esas palabras para referirme a la hora que volvía a casa después de una de esas noches mata-neuronas, jamás para la hora de la merienda.
Doy otro bocado a mi sandwich de atún. Creo que me he pasado con la mayonesa ¿Cómo no?.
Ahora leche con galletas, para bajar el sandwich.
En la cocina, mi madre prepara algún postre. Leche con galletas y mi madre haciendo un postre en la cocina. Me vienen recuerdos de mi niñez. Solo que ahora es ella quien está bajo mi techo, y no al revés. Aunque sige siendo ella la que pone las normas. Es curioso como luchamos para cambiar las cosas cuidadosamente de manera que sigan siendo iguales. Desearía que mi padre estuviera arriba, en su habitación, como siempre, aprendiendo a tocar la guitarra después de 50 años de aprendizaje. Pero la vida ha seguido adelante. Ahora es mi hijo quien está arriba, en su habitación. Demasiado tiempo para mi gusto, por cierto. Está muy raro, y solo me habla para gritarme. Eso me asusta, yo era asi en mis tiempos. No quiero que acabe como yo.

Si mojo otra galleta, no me quedará leche suficiente. Me gusta beberme el ultimo trago de leche. No me gusta absorber toda con las galletas, se me queda la boca muy dulce.