viernes, 24 de octubre de 2008

Jóvenes vs Abuelo

Ayer, tras un buen kebab con patatas y cocacola, los amigos y yo decidimos que la de hoy sería una fantástica mañana para jugar un baloncesto.

- Mañana a las 11 en la pista de Bonanza - dijimos.

Por supuesto todos llegamos tarde, excepto Cabrera, que llegó a las 10.15.

La mañana pintaba bonita, los pajaros cantaban, las nubes no se levantaban, y los tractores rugían como animales selváticos en una obra próxima.
Así que empezamos a calentar. No lo voy a negar, los primeros tiros nunca son demasiado certeros, así que durante el primer cuarto de hora nos pasamos más tiempo recogiendo balones que tirando a canasta. Pero la cosa fue mejorando.

De repente, vinieron unos gritos del cielo, o eso creía yo. Pronto me di cuenta de que no venian del cielo, si no del primer piso del bloque que hay junto a la pista de baloncesto. Alguien gritaba en un idioma que mis amigos y yo desconocemos. Así que hicimos oidos sordos.

Me disponía a entrar a cantasta cuando un montón de tierra cayó sobre mi cabeza. Miré hacia arriba. Ese maldito viejo nos había tirado tierra de sus macetas.

- ¿Qué hace? - dije yo.
- Weadfnhaejñdaijeskljdñf - respondió él, empuñando otro puñado de tierra y amenazando con lanzarnoslo.

- ¿Nos ha tirado tierra? - gritaban mis amigos.
- Estese quieto.
- Waufadflkdjfñaldjfadjfñajdsfñadj - seguia diciendo mientras apuntaba a su puño cerrado y seguidamente a nosotros.
- ¿Quiere que subamos?

Un amigo lanzó un balón hacia arriba, pero sin que le llegara, no queremos perder balones a lo tonto.
De pronto uno salió corriendo de la pista, y el viejo sin pensarlo dos veces, empuñó una escoba y echo a correr hacia las escaleras. Mi amigo volvió enseguida, aquello empezaba a ser demasiado subrealista.

Entonces recordé, aquel era el hombre que 3 o 4 años atrás había tirado un huevo a la pista mientras jugaba con otros amigos. Me gustaría haberme partido una pierna por entonces y haber podido denunciarle.

Siguió amenazandonos un rato pero nosotros pasamos de él. Al final se cansó.

Aquella pista es pública, y estamos en un horario en el que se puede hacer ruido. Que ponga una queja al defensor del pueblo, o que se cambie de casa, pero que no se tome la justicia por su mano.

Solo tengo una cosa que decir... empezó él.




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